Hola
Juan, perdóname si grito un poco
pero es
que, desde que me apercibí
de tu
venerable sordera, inconscientemente
sin
querer, me he acostumbrado a alzar, eso sí
con
respeto, un poco más el tono de mi voz.
Con
todo, es natural el gritar hoy en día
al ver lo
que nos viene encima
lo que
nos acontece a todas y a todos
las
idas a menos de muchos y las venidas a más de pocos
esta
lenta y constante bajamar que nos desnuda
este
cruel ahogar que nos crece inexorable
que nos
empuja a las cavernas de antaño
que nos
quiere someter y enmudecer de nuevo
esta
riqueza dilapidada, esta juventud desengañada
¿qué
hemos hecho mal, Juan?
¡qué presente el de hoy, por el que tanto
luchaste!
¡qué porvenir para el mundo, en
la que tanto soñaste!
Con
todo, no todo está por hacer, Juan
con
todos, juntos, nada está perdido
muchos
contigo, codo a codo, estaremos
como
siempre, en la brega, rehaciendo nuestro camino.
Por
todo esto, hoy, gritando un poco
me
pregunto, te pregunto
como he
hecho siempre:
-
¿Qué te parece, Juan? ¿Qué hacemos?
-
¿Con quién? ¿cómo?
Y como
siempre, espero
Y como
siempre, esperamos
tu voz
prudente
tu palabra sensata
tu mirada franca
tu
hacer valiente
Decías
en tus “memorias” que:
-“a veces pienso que no es bueno vivir tantos
años,
pues la añoranza y los recuerdos te corroen
el alma
al ver que has perdido a tantos seres
queridos”.
Nosotros
no tenemos dudas sobre la bonanza de tu larga vida
sobre
el placer que nos ha brindado tu camaradería
sobre
el saber hacer de tu ejemplo, porqué
la
grácil sombra que nos ha dado tu espíritu
corona
de tu cuerpo delicado y pequeño
aunque grande
y fuerte como la encina o el roble
a todos,
nos ha dado resguardo y cobijo.
Hijo de
la tierra y el trabajo
padre
querido y hermano de todos
hiciste
del trabajo, la lucha y la concordia
palancas
para cambiar el mundo, …
¡el mundo! … ni más, ni menos
heroica
hazaña de cíclopes inmortales
inmortales
como las estrellas del universo
(aunque
no haya nada inmortal)
porqué
(como tu padre), también decías en tus “memorias” que:
-“soñabas con una sociedad donde los bienes
terrenales fueron de todos como el aire,
como la luz … Donde los hombres fueran
hermanos, donde no existiera el odio,
ni la envidia, ni el rencor; donde la
igualdad estuviera garantizada
por la armonía de los derechos, sin parásitos
ni ejércitos, ni más guerras. …
Donde se educara a los niños en el amor al
trabajo y amar a sus semejantes;
y la juventud bendecida, fuera la pacífica
vanguardia del porvenir”.
Cambiar
el mundo, Juan, ¡ni más, ni menos, …!
por
eso, yo a menudo hablo contigo, y ahora
cuando
anochece, miro hacia el cielo buscando el sur
- pues
hemos de volver de nuevo hacia el sur -
en el
norte hace mucho frio y la gente languidece
y casi
cada día te empiezo a ver, Juan, allí, …
al lado
de Venus, cual lucero guía
y te
saludo y te pregunto:
-
¡hola Juan! ¿cómo estás?
-
¿qué hacemos? ¿qué te
parece?
Y me
digo:
vamos a
seguir, juntos, haciendo el mismo camino
¡Y para siempre!
08-04-2016